Del arte de rendirse.

¿Identidad Vs. Intimidad?
Estaba pensando algo así como que la personalidad es un conglomerado de certezas cuando apareció Kenia, la gata con la que vivo hace 5 años, y me recordó que hoy descubrí por qué Borges podía leer el infinito. Le di un abrazo. A Kenia, no a Borges. Aunque también a Borges, porque cuando abracé a Kenia sentí (pensé) que no estaba sólo abrazándola a ella, sino que en ella abrazaba al universo, o a la vida, una cosa así. Recordé que Kenia significa “montaña luminosa” y entonces volví a que hace unos días entramos en el signo de virgo y me vi de nuevo intentando trepar esa montaña; y de nuevo, cayendo. Me descubrí una vez más queriendo imponerle a la vida mi forma, mi rugido, mi leonidad; y algo, o alguien (¿Jorge Luis?) me dijo que no era tiempo de trepar, sino de abrazar. Así que ahora mis certezas (frustradas) se desarman en este abrazo; la tierra, humilde y precisa, sigue girando. O eso supongo. Qué sé yo. Qué sabe yo. Qué sabe ese tejido de certezas sino de rendirse a la incertidumbre de un abrazo. (¿"No te sale", dices?)
¿Identidad Vs. Intimidad?
Jada Sirkin
25.08.2018
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