ESCENAS DE UNA FIESTA ROTA
En 2012 estaba conversando con una amiga y tuve la sensación de que mi boca, al hablar, hacía gestos extraños. Esos gestos no eran míos y no podía detenerlos. Pensé que mi boca estaba actuando. Después pensé que en nuestras vidas cotidianas nos llenamos de pequeñas actuaciones, y comencé a preguntarme si podía vivir sin actuar. ¿Existe la espontaneidad por debajo de las máscaras y las poses que usamos para comunicarnos en este mundo tan lleno de imágenes, ideas, protocolos y formas de comportamiento? ¿Cómo es que las normas y leyes sociales estructuran nuestros modos de vida? Y en el fondo, la pregunta: ¿Hay algo debajo de las máscaras?
ESCENAS DE UNA FIESTA ROTA
En 2012 estaba conversando con una amiga y tuve la sensación de que mi boca, al hablar, hacía gestos extraños. Esos gestos no eran míos y no podía detenerlos. Pensé que mi boca estaba actuando. Después pensé que en nuestras vidas cotidianas nos llenamos de pequeñas actuaciones, y comencé a preguntarme si podía vivir sin actuar. ¿Existe la espontaneidad por debajo de las máscaras y las poses que usamos para comunicarnos en este mundo tan lleno de imágenes, ideas, protocolos y formas de comportamiento? ¿Cómo es que las normas y leyes sociales estructuran nuestros modos de vida? Y en el fondo, la pregunta: ¿Hay algo debajo de las máscaras?
ESCENAS DE UNA FIESTA ROTA
En 2012 estaba conversando con una amiga y tuve la sensación de que mi boca, al hablar, hacía gestos extraños. Esos gestos no eran míos y no podía detenerlos. Pensé que mi boca estaba actuando. Después pensé que en nuestras vidas cotidianas nos llenamos de pequeñas actuaciones, y comencé a preguntarme si podía vivir sin actuar. ¿Existe la espontaneidad por debajo de las máscaras y las poses que usamos para comunicarnos en este mundo tan lleno de imágenes, ideas, protocolos y formas de comportamiento? ¿Cómo es que las normas y leyes sociales estructuran nuestros modos de vida? Y en el fondo, la pregunta: ¿Hay algo debajo de las máscaras?
PELÍCULAS
OBRAS
OBRAS

"Hermoso imán blanco que te devuelve el impulso más sincero de los cuentos de la infancia: el de seguir leyendo. Y no porque se corra detrás de una resolución lógica o acaso temporal, más bien se trata de entrar un mundo regido por sus propias verdades, donde ser feliz o tener las piernas largas es, no un atributo, sino una decisión que desencaja a quien lee. Los personajes de Jada Sirkin se enfrentan con su propia forma de definirse, con lo que son para un mundo que hierve de instituciones, familia y amor romántico y eso, a mi entender, les produce una urgencia rabiosa por demoler su propia identidad en busca de nuevas posibilidades del ser. ¿Qué sabés lo que me encanta?”
Nadia Crantosqui.
2016, Editorial Peces de Ciudad
AGOTADO / Pronto en versión digital